El Cedro es una comunidad extremadamente remota en la Costa Caribe Sur de Nicaragua. Sólo vehículos 4×4 pueden llegar a un determinado punto del camino; la distancia restante requiere de un burro, una mula, un caballo o caminar a pie durante muchas horas. El médico y el centro de salud más cercanos están a unas seis horas de distancia.
Esto motiva a Agustín Malueños, el Promotor de Salud en El Cedro capacitado por AMÓS, a servir a su comunidad. Él comparte educación en salud para prevenir enfermedades, ofrece atención médica y medicamentos, visita a madres embarazadas y a niños pequeños para educarlos sobre señales de peligro y buena nutrición, y coordina la respuesta ante emergencias.
Cuando Adelina, una mujer de más de 40 años y madre de varios niños, quedó embarazada; Agustín la visitaba periódicamente. Su edad indicaba un embarazo de alto riesgo y él le brindó las consejerías que ella necesitaba y multi-vitaminas prenatales. También controló su peso y sus signos vitales y se aseguró de que pudiera dar a luz en una unidad de salud, en lugar de hacerlo en casa. Agustín sabía que si había una complicación, la ayuda tardaría varias horas en llegar y podría poner en riesgo su vida y la de su bebé.
Un par de meses antes de su fecha prevista de parto, Adelina se fue a Bluefields para estar con unos familiares. Agustín se alegró porque sabía que había un centro de salud cerca y que allí podría dar a luz de manera segura; pero un par de semanas después, Agustín se enteró de que Adelina estaba de regreso en El Cedro.
“Inmediatamente fui a verla y le hablé de la importancia de ir a la Casa Materna para embarazadas en el pueblo más cercano. Ella me prometió que iría a la mañana siguiente. Pero ella no lo hizo. Entonces regresé y traté de convencerla. Y aunque me dijo que iría, no lo hizo”.
Las y los promotores de salud enfrentan situaciones como ésta muy a menudo. Hay muchos factores culturales y sociales por los que las mujeres se niegan a salir de casa para dar a luz (se sienten “lo suficientemente fuertes” para parir en casa, no desean estar en un ambiente extraño y lejos de sus seres queridos, no tienen la aprobación de su marido, etc.) .
“Al día siguiente, el hermano de Adelina vino corriendo a mi casa. Me dijo que ella necesitaba ayuda urgente. Corrí a verla. Cuando llegué, Adelina estaba inconsciente. Su presión arterial estaba alta y todos estaban alarmados. Llamé al personal del centro de salud más cercano, les expliqué la situación y les pedí que enviaran una ambulancia”.
Agustín sabía que la ambulancia no podría llegar hasta El Cedro, y les tomaría al menos 3 horas llegar lo más cerca posible por ese camino de tierra. Por eso, activó el Comité de Transporte de Emergencia Comunitario; utilizando una hamaca y palos de madera, armaron una camilla improvisada para trasladar a Adelina.
“Nos turnamos para cargarla y en el camino se sumaron y ayudaron otros hombres. Después de dos horas y media llegamos a la ambulancia que llevó a Adelina al hospital regional”. Posteriormente, fue trasladada a un hospital de Managua donde los médicos le realizaron una cesárea. Ella estuvo en el hospital durante un mes.
Afortunadamente, Adelina y su bebé sobrevivieron y regresaron a la comunidad.
“Cuando fui a visitarla a ella y a su recién nacido para ver cómo estaban, Adelina estaba feliz y agradecida. Ella ya les está contando a otras mujeres de la comunidad lo que le pasó y la importancia de acudir puntualmente a la Casa Materna para dar a luz”.
Gracias por ayudar a líderes como Agustín a salvar vidas y llevar la luz de la esperanza a familias vulnerables en comunidades remotas de Nicaragua.
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